Por razones de múltiples tipos que abarcan desde lo político (desaparición de referentes unificados de poder) a lo religioso (intolerancia y persecuciones a los herejes) y lo socioeconómico (caída de la productividad debida a plagas, pestes y epidemias), la Edad Media supone un auténtico agujero negro para todo tipo de progreso. El hombre de la Edad Media, prácticamente no se mueve de su aldea, o de sus posesiones si es un señor feudal; y además es profundamente religioso en su pensamiento.
